Este sábado pasado tuve la oportunidad de presenciar una charla en la que se hablaba de la importancia de desmontar estereotipos y, no sé vosotros, pero con respecto al tejido empresarial castellano-leonés, a nuestros oídos, lamentablemente, llegan unos cuantos. Por poner algunos ejemplos, ¿cuántas veces habéis oído que los casos de éxito se encuentran en las grandes ciudades y en las grandes compañías? ¿Que el empresario castellano-leonés es serio, cerrado, sólo mira por su propio beneficio y no le gusta compartir sus aprendizajes con terceros? ¿Que lo único importante (de verdad) es la cuenta de resultados? ¿Que la RSE es sólo fachada? ¿Qué la innovación (e incluso el ya tan manido concepto “transformación digital”) aún están por llegar porque estamos “en otra época”? ¿O que alguien va a querer desarrollar su talento en esta región con la de oportunidades que hay fuera?

De verdad que disfruto y me hace especial ilusión poder comprobar cada día que esas frases sólo reflejan tópicos, generalidades propias de otro tiempo y que no hacen justicia ni a las empresas ni a los profesionales (empresarios o no) que forman parte de EXECyL y, por tanto, del tejido empresarial de nuestra Comunidad. ¿Será que no nos llega la información? ¿Que somos demasiado críticos con nosotros mismos? ¿Que no sabemos “vender” nuestras buenas prácticas? Porque más allá de eso, en mi opinión, decir lo contrario sería injusto para quienes realmente (y ya hay muchos) rompieron el molde tradicional de lo que se mal-supone que era la “empresa castellana”.

En EXECyL creemos que debemos ser ejemplo de Excelencia (faltaría más siendo la Fundación para la Excelencia Empresarial de Castilla y León) y contribuir a que este movimiento (que no moda) tenga cada vez más adeptos. Y, para conseguirlo, primero tenemos que decirlo alto y claro: en esta región tenemos numerosos casos de empresas excelentes. ¿Qué implica? Empresas con Valores que cuentan con potencial para seguir aportando valor en nuestra Sociedad, a todos los niveles, por mucho tiempo.

Y es aquí donde llega la clave: para nosotros, no hay Excelencia sin Responsabilidad, ni Responsabilidad sin Excelencia. Quizá compartáis conmigo el siguiente análisis. Para empezar, la responsabilidad, sería una herramienta de Visión sobre cómo podemos alcanzar la Excelencia. Dicho de otro modo, en sentido amplio supone la capacidad de ser conscientes de lo que podemos aportar, del papel que jugamos en nuestro entorno, del impacto que tienen nuestras acciones tanto en nosotros mismos como en terceros, y que nos dirige a obrar en consecuencia. ¿Cómo, si no es a través de la responsabilidad (o “co-responsabilidad”, un concepto apasionante), nos moveríamos a actuar de la “mejor manera posible” con todos nuestros grupos de interés?

Además, para actuar de esa “mejor manera posible” requerimos de otros valores comunes a la Excelencia y a la Responsabilidad. Por un lado, necesitamos contar con cierto inconformismo y afán de mejora, en tanto que ambos suponen creer en nuestro propio potencial y tener la humildad suficiente como para saber que aún podemos hacer las cosas mejor. Y, por otro, requerimos del desarrollo de nuestra capacidad o cómo buscar y poner en práctica lo que estamos aprendiendo para conseguir los resultados deseados para nosotros mismos, nuestra empresa, nuestros empleados, nuestros accionistas, nuestros proveedores, nuestra sociedad o nuestro medio ambiente. Poner y desarrollar nuestro talento al servicio de todos, en definitiva.

Por esta razón, finalmente, la RSE tampoco podría existir sin valores tan propios de la Excelencia y que desplegamos en EXECyL día a día como la generosidad o la colaboración, puesto que ambos reflejan nuestro papel como agente activo en nuestro entorno, nuestro afán por trascender y por querer aportar valor real. ¿Os imagináis a estas alturas del partido una empresa que sólo quisiera ganar dinero? ¿Un empresario que sólo mirase por su éxito personal? ¿Alguien que no estuviera ahí para su alrededor? Eso sí que sería de otra época.

En definitiva, la RSE podría ser considerada como un flujo del presente al futuro (algo que estamos aportando hoy en beneficio del mañana), asumiendo que tanto el objetivo como el resultado de cualquier acción que realicemos no puede ser otro que la mejora de cada eslabón de la cadena y que sólo puede ser llevada a cabo con valores como los que hemos mencionado y que ya son una realidad en nuestra Comunidad.

En Castilla y León ya contamos con empresas que persiguen y trabajan (pues no son sólo deseos) con un alto nivel de Excelencia en la gestión y en sus distintos procesos; que persiguen buenos resultados económicos pero también de otra índole habiendo integrado la RSE como parte vital de su cultura y su estrategia; que no desperdician la oportunidad de hacer crecer y mejorar a su entorno. Y, por ello, si de lo que hablamos es de una realidad en nuestra Comunidad, os pregunto: ¿quién podría negar que las empresas de Castilla y León son Responsables (y Excelentes)?

Susana Aguado, directora de EXECyL.

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