Hubo un tiempo, en el que la única preocupación de las organizaciones era generar beneficio económico, crecer y ser rentables. Actualmente, esto ya no es así, las empresas cada vez son más conscientes de que ese crecimiento y esa creación de riqueza han de ser duraderas y sostenibles en el tiempo, y ya no es suficiente hacer las cosas como se habían hecho hasta ahora, es necesario potenciar la responsabilidad de sus acciones, y ver los impactos que estas tienen en el medio donde desarrollan su actividad, para buscar el beneficio, pero en las mejores condiciones para todos.

Por todo ello, las empresas en los últimos años están viendo la necesidad de establecer políticas de RSE, y muchas de ellas están avanzando hacia otros modelos de gestión comprometidos con todos los grupos de interés. Entre ellos, uno de los más relevantes es la sociedad.

Desde hace un tiempo, cada vez más organizaciones incluyen, dentro de sus políticas de RSE, programas de Voluntariado Corporativo para favorecer el desarrollo social de las comunidades donde operan, poniendo a disposición de la sociedad el talento, el tiempo y las competencias de las personas que trabajan en la empresa, para generar valor en la sociedad.

Para llevar a cabo un buen plan de voluntariado corporativo, es necesario planificarlo bien, tener en cuenta la actividad de la empresa, ver de qué manera se puede ayudar, los objetivos que se persiguen, y sobre todo las ideas y motivaciones de los colaboradores, para lograr la máxima implicación. Estos programas, buscan un beneficio para la sociedad, y conseguir llevar a cabo acciones de mejora y desarrollo social, es su cometido, pero no debemos desestimar las ventajas que supone en términos de gestión de personas, ya que a través de estos programas, se fomenta el espíritu de equipo y de pertenencia a la empresa, en definitiva, aumenta considerablemente el compromiso, creando lazos más allá de lo profesional.

Son muchas las cosas que se pueden hacer: colaboración con bancos de alimentos, acompañamiento a personas mayores en centros de día o residencias, talleres con personas discapacitadas, recogida de juguetes, acciones relacionadas con el cuidado del medio ambiente, eventos deportivos para la recogida de fondos en favor de ONGS o entidades sociales, y un sinfín de ideas, que puede ir tan allá como la imaginación y las ganas de contribuir con los demás nos permita.

No hace falta ser una multinacional para implementar este tipo de medidas, el coste económico de llevarlas a cabo, es insignificante en comparación con el gran impacto que generan, y en todas las empresas se pueden llevar a cabo, en mayor o menor medida, de alguna manera.

Os animo a poner en marcha programas de voluntariado corporativo, la sociedad en la que vivimos necesita empresas con impacto social.

Por Beatriz Ovejero Rodríguez, Responsable de logística de Visión Responsable

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