Cristian Rovira, Vicepresidente de Grupo SIFU
Hay pocos que no conozcan ya con nombre y apellido a la adolescente sueca Greta Thunberg. Y no se la conoce por lo que esta directa activista ecologista con síndrome de Asperger dice con una claridad pasmosa sobre el cambio climático, sino por el eco mediático que han tenido sus palabras en la pasada Cumbre del Clima de la ONU.
Parece que el revuelo no tenga tanto que ver con la contundencia de su seco e implacable discurso como con el hecho de que la prensa, radio y televisión hayan decidido posicionarse a favor o en contra de esta joven basándose en la forma y no en el contenido de sus urgentes exigencias para detener la destrucción del planeta.
Hemos visto –y seguimos viendo– como hay una dualidad en la agenda mediática: existen unas plataformas de información altamente críticas por su corta edad, su sequedad casi arrogante y su discapacidad; mientras otras, en el extremo opuesto, son perfectamente afines y exaltan su sinceridad, clarividencia, capacidad de liderazgo y movilización de toda una generación.
Esta actitud mediática nos lleva a reflexionar sobre el día a día, a aterrizar el tema en lo cotidiano y en cómo tratamos a la gente que nos rodea: casi siempre acabamos emitiendo un juicio. Un juicio que puede alabar cuanto hace bien o centrarse en lo que hace mal para acabar en una crítica negativa. Se trata, la más de las veces, de una actitud frente a la realidad, de cómo decidimos mirar a los hechos, a las cosas… y a las personas.
Esto mismo sucede en el mundo empresarial. ¿Qué beneficios ofrece una y otra forma de juzgar? Podemos alabar las capacidades o criticar las discapacidades. Por mi experiencia profesional, lo que veo es como una determinada discapacidad privaba a muchas empresas de contar entre sus filas a un trabajador talentoso y eficiente.
Las empresas siguen con prejuicios alejados de la realidad del trabajo concreto y leen la discapacidad como un elemento distorsionador, cuando en realidad deberían contratar por lo que un trabajador puede hacer. Para un cambio orientado a resultados es mucho más eficiente fijarse en las capacidades, en todo aquello que aporta la persona y en la idoneidad de sus características para cumplir los objetivos del puesto de trabajo.
En Grupo SIFU hemos visto los resultados de contratar e integrar en el mundo laboral a personas con discapacidad… pero llenas de capacidades: no sólo realizan las tareas de forma altamente competitiva, sino que su «diferencia» es un valor añadido para una empresa que quiere diversidad y talento. Pensemos en Thunberg: gracias a su capacidad, quizá aún estamos a tiempo de salvar nuestro planeta.